miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un brillante Día del Cementerio (o sea, de Todos los Santos)


Ayer en Valencia fue un día de pleno sol, ese sol de otoño que aún calienta y acaricia con su luz brillante. Ideal para que los cementerios se llenaran de visitantes. Es un día melancólico, pero a la vez muy entretenido. Allí te ves a todo el vecindario al que saludas efusivamente y sonríes. Ponemos todos un poco de cara de pena pero a la vez de satisfacción porque, al menos, estamos vivos.

Otra cosa es el sentido religioso que la visita  a nuestros difuntos debe tener. Antes de anoche, mucha gente se lanzó a la calle, desbocada, y celebró, disfrazada (esqueletos, vampiros, zombis y otras zarandajas), una nueva forma de botellón. Algunas calles de la ciudad amanecieron convertidas  en basureros…

El cementerio de El Cabañal, parecía una romería. Vendían globos, regaliz, los “gypsis”, flores de ”estraperlo”… a la puerta, un chino vendía flores saltándose la normativa municipal, se instaló el kiosko móvil del cupón de la ONCE y unas muchachas melancólicas  tocaban al violín la flauta travesera la “Meditación de Thaïs”. Dentro, los curas, celebrábamos la Misa por los fieles difuntos. Yo, al acabar –era mediodía- me pasé por la pastelería y me compré para el postre, una bandejita de “huesos de santos”.

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