domingo, 25 de agosto de 2013

La mano abierta de Dios (a propósito del Evangelio)



¿Cuántos caben en la mano de Dios? 
 
La pregunta de los apóstoles a Jesús sobre cuántos son los que van a salvarse, responde a la preocupación de los miembros de una secta que era uno de los peligros en los que podía caer la iglesia primitiva. La respuesta de Jesús que abre la puerta de la salvación a todo el que es bueno y honrado -es decir, a todo el que se esfuerza por la generosidad y el amor a entrar por la puerta estrecha- abre la frontera de la iglesia.


Detrás de todo esto se dirime el tema de por qué la humanidad es una gran familia: la familia humana que nace y crece y vive y se desarrolla por la voluntad de Dios, el Padre común. Vivir siguiendo el proyecto de este padre, es ya de por sí, el billete de la salvación.

La intolerancia, la intransigencia, el integrismo, la no aceptación de lo diferente y distinto, son vicios que enclaustran al ser humano, o a una comunidad, o una iglesia...

Sólo el ser último, es decir, el no sentirse mayor o mejor que los demás, el liberarse de los prejuicios, hacen  que de verdad podamos entrar en el número de los que se salvan.

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