Hombre de acción, hombre de oración (A propósito del Evangelio del Domingo)

En el Evangelio de este domingo, Jesús se nos aparece como un hombre en continua acción, yendo de aquí para allá, eligiendo su primer los discípulos, curando y ayudando a tanta gente….

Jesús es un hombre de acción: Los constantes "milagros" que realiza son una expresión de esa acción continua “salvadora" que el realiza. Los demonios que el evangelio dice que Jesús expulsa son en el fondo los profundos males del corazón humano. Ese egoísmo, esas pasiones y vicios  que nos posee, y que nos convierte, en auténticos agentes del mal. Jesús cura y rescata de esas fuerzas que formidablemente nos arrastran,  pero también su fuerza sanadora llega a las cosas más pequeñas.

Y se acerca a la suegra de Pedro, que tiene fiebre. Un "mal" pequeño al que también él no pasa de largo. Y Jesús cura aquella mujer haciendo lo que también nosotros, seguidores de Cristo, hemos de hacer con los desdichados: acercarnos, cogerles la mano, levantarlos. Poner en pie a los postrados por el sufrimiento, el dolor, la pobreza, la necesidad es pues nuestra gran vocación..

Me pregunto: ¿de dónde sacaba Jesús ese poder de curar, de levantar de lo más infame a los hombres? ¿Era una fuerza milagrosa que procedía de su propia divinidad? Yo creo que esa fuerza salvadora procedía de  la actitud constante que siempre tuvo en su vida y que en el Evangelio se reseña: se retiró a hacer oración a un descampado. Con la oración Jesús estaba en continuo contacto con Dios su Padre no porque él tuviera conciencia de esa divinidad, sino porque se sentía auténticamente hijo y necesitaba estar en comunicación constante con su padre. De esa fuerza de su fe alimentada por la oración nacía ese poder sanador, o si lo queréis llamar, prodigioso, milagroso, que tanto admiraba a la gente.