martes, 7 de julio de 2015

Un rito muy arcaico y hermoso en Llìria



La ceremonia es muy antigua, con un gran sabor arcaico. pero es muy hermosa y evoca maravillosamente bien el esfuerzo humano por acceder a lo trascendente. Sus gestos y ritos proceden sin duda de lo más sagrado y de la más vieja historia: el pueblo de Israel, la antigüedad pagana.

Me refiero al acto que ayer presidió el cardenal Cañizares como Obispo de Valencia en la Parroquia de María Madre de la Iglesia de Llìria. Allí estaba yo  el domingo pasado participando con otros sacerdotes, en la Eucaristía que se celebró con motivo del 50 aniversario de la construcción del templo que estaba abarrotado de feligreses.

Con ese motivo, se consagró un una nueva mesa de altar, construida en mármol y bellamente tallada con las efigies de los cuatro evangelistas.

 Se comenzó con la oración de bendición. Después se colocó bajo la mesa del altar la reliquia de un santo (en este caso, las de un beato que murió mártir en la guerra civil). Después el Arzobispo derramó el santo óleo y luego lo esparció por toda la superficie del altar. El suave olor del aceite perfumado llegó hasta nosotros. A continuación, colocó en el centro de la mesa un brasero con ascuas ardientes sobre el que echó abundante incienso. Su humo subió hacia lo alto y perfumó todo el templo. Después de ser  vestido con los manteles se colocó sobre el altar los cirios que el párroco encendió.

Fue una ceremonia muy bonita, ejecutada con una gran brillantez, y se notaba que estaba muy bien preparada. (¡Enhorabuena, Miguel Angel!)


Es innegable la belleza inmensa de la liturgia católica. Lástima que a veces este tan bello ceremonial nos oculte a lo más importante: nuestra adhesión a través de la fe personal a Jesucristo. Pero, si esto ayuda…

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