viernes, 31 de julio de 2015

Volver atrás


Parece que volvamos atrás. Cuando después de Franco el ominoso, en la Transición teníamos que buscar nuestras señas de identidad, aquellos  símbolos y ritos que identificaban a nuestra  tribu. Que si la bandera, que si el nombre de nuestra tierra, que si la presidencia de las procesiones, que si banderas y escudos que si nuestra lengua era autóctona o derivada…. Lo suyo costó: trifulcas, peleas, manifestaciones, polémicas y también disgustos. Al final todo se pacífico y tranquilito no sé si por cansancio o por el poder que alcanzó la derecha dominante (o sea el PP)…

Ahora se están retomando todas estas cuestiones, líos y rollos. Reconozco cierta importancia a estas, pero no es lo principal, primero y urgente que hay que atender en el buen gobierno de la comunidad. Hay carencias urgentes en la gente que hay antes que atender. Los nuevos políticos –como si eso fuera un prodigio de progresía y modernidad, cuando no es más que populismo pachanguero- nos distraen con ir en bicicleta al ayuntamiento, en vez de usar coche oficial, reprimir la bárbara costumbre del toro embolado, negarse a meter la “señera” en la catedral, o poner tenderetes de libros en la plaza principal de la ciudad, etc. etc.


Por de pronto, la guerra de las banderas, la guerra de las lenguas, ha regresado. Mal venidas sean.

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