lunes, 20 de julio de 2015

Vacaciones en Benaque



Ando pasando unos días de vacaciones con un grupo de antiguos amigos a una de las zonas más aéreas de los Pirineos: el valle de Benasque. Naturalmente, la compañía de los amigos y el contacto con la naturaleza me renueva y me rejuvenece. Aunque no me libro del calor (aquí en las horas meridianas el sol de montaña aun es más inclemente y se te clava en la piel) por la mañana y por  la tarde las temperaturas son tan frescas que son verdaderamente una delicia.

 
Hago buenas caminatas que tensionan y relajan a la vez el cuerpo. Yo hago lo que puedo, que mis piernas ya no están para muchos trotes (Mis amigos se lanzan a los abruptos montes). Pero aún así hago bastante ejercicio que me ayuda a estar físicamente más apunto.

 
Y luego está la "mística" de la montaña. En medio de estas altísimas cumbres, entre una naturaleza salvaje y bella, en medio del silencio de los bosques profundos, del estruendo de los torrentes que se rompen en potentes y blancas cascadas y del sonido del viento que canta en las cumbres, ¿cómo no elevar el corazón hasta el creador al que debemos el don de este mundo tan maravilloso?

 

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