sábado, 28 de agosto de 2010

¡Dale tomate!

La "fiesta" de la Tomatina.


He visto en la tele algunas imágenes de esa “fiesta” salvaje que al final de agosto se perpetra en Buñol, en la provincia de Valencia; iba a escribir: se celebra, pero la celebración tiene otros más hondos sentidos.


En verdad que siempre hay gente para todo, y para los oriundos del pueblo “rojo” de Buñol, el evento tomatero puede que tenga muy profundos significados. Supongo que también contará con muchos detractores. En efecto, hasta allí se trasladan montones de gente con ganas de hacer el guarro, con deseos de entrar en una actividad lúdica bastante sospechosa de animalidad. No es mi intención insultar a nadie ni menospreciar a un pueblo. En el mío, en Lliria, muy cerca de Buñol, se hace algo parecido pero más finamente: la batalla no es con maduros tomates coloraos sino con blancos y dulces merengues. En el fondo es seguramente lo mismo: una actividad lúdica de dudoso gusto y seguramente no apto para estómagos delicados. Y mi censura no es por aquello del dispendio de las toneladas de tomate o las docenas de merengues. Uno se pregunta si la diversión verdadera, la fiesta de un pueblo debe ser eso, por mucho que lo canonicen los medios de comunicación, que acuden desde tierras lejanas a transmitirlo al mundo entero.


Pero ahí están las fotos: no se distinguen a veces si son humanos los que están en medio del lodazal de la salsa de tomates. Lo que estoy pensando: una guarrada.

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