sábado, 9 de julio de 2011

En el camino del Rocío (4) La entrada en Villamanrique de la Condesa.

Unas guapas señoritas nos regalan sombreros de propaganda
Y sigue el camino.. Unas dos leguas después del paso del Quema, a la entrada de Villamanrique, junto a los muros del palacio de la Condesa, (un palmeral gigante, donde las cigüeñas anidan) la hermandad se prepara para pasar por el pueblo. Se arregla la gente, se adornan los bueyes, la Junta de Gobierno de la Hermandad coge sus varas y las camaristas los ramos de flores y como son las doce, se reza devotamente el Ángelus, antes de mover la comitiva. Detras del Simpecado, los romeros, con guitarras, sonajas, tambores y panderetas y palmas empiezan cada vez con más emoción a cantar a la Virgen. Allá llega entonces la Hermandad del Rocío de Valencia, por las calles de Villamanrique rodeados de chiquillos que no tienen ese día escuela, y con los vecinos asomados en el zaguán de  sus casa… (música, cohetes, campanas, aplausos, guitarra y cantos rocieros) toda la hermandad llega hasta la puerta del templo en la plaza mayor. Allí esperan, en la escalinata, el cura y la Junta de la Hermandad autóctona. Saludos, palmas, buenos deseos y parabienes. Se canta la salve al tiempo que las camaristas intercambian ramos de flores. Hay mucha emoción en todo el ambiente, los romeros de Valencia sorben las lágrimas o lloran abiertamente. Miguel, el tamborilero empieza  (y no terminaría) cantado rocieras y fandangos. Al final se lanzan los vivas y se empieza a recorrer todo el pueblo para buscar la salida hasta el camino del campo.

Villamanrique de la Condesa es un pueblo muy rociero. Su hermandad es la primera de las filiales y le gusta competir con Almonte algunas veces, cosa a que acarrea ciertas consecuencias, pero se vuelca generosamente en dar la bienvenida y recibir a todas la hermandades que caminan de la Andalucía oriental hacia el Rocío (desde El Aljarafe, de Murcia, Granada, Almería…).

Villamanrique de la Condesa ha sabido decorar con sumo gusto (con azulejos, esculturas, rótulos, etc.) las calles por donde transitan las hermandades, pero sobre todo se ve en ellas a una gente noble, sencilla, que quiere mucho a la Virgen del Rocío. Salimos, pues del pueblo y llagamos hasta el Polideportivo donde debajo de unos viejos alcornoques (el sol cae inclemente), tomamos un refresco y descansamos brevemente. Nos queda legua y media hasta llegar a la parada de Venta Mauro, algo inhóspita, donde comemos, sesteamos, pasamos la tarde en convivencia y después del rosario de la noche, dormimos, si los jóvenes veladores de la Virgen nos dejan: pero el cansancio lo suple.

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