lunes, 3 de marzo de 2014

Conmoción



¡Vaya palo!  Murió ayer repentinamente el sacerdote Pablo Sopena.  Tenía 38 años. Esta mañana, a las 11 ha sido su funeral, en la parroquia de San Juan y San Vicente, en el centro de Valencia. Era nieto del médico Marcos Sopena, que aquí, en el Cabañal y en los Poblados Marítimos ejerció sabia y generosamente su oficio en favor de la salud y que tiene una calle a su nombre.

Cuando ayer domingo, nos enteramos de su súbita muerte, nos quedamos todos helados. El calor de la ceremonia que se ha hecho esta mañana, -el templo lleno, más de 80 sacerdotes, muchos de ellos jóvenes- quizá nos haya elevado un poco la temperatura: es un suceso, del que como siempre, tiene la última palabra Dios. Y a este buen Dios confiamos su alma. Cada vida tiene su tiempo. La de él ya se ha cumplido. ¡Bendito sea Dios!

Como decía el poeta: “¡Señor, danos a cada uno nuestra propia muerte!”.
¡Descansa en paz, Pablo!

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