domingo, 23 de noviembre de 2014

Cristo Rey ( a propósito del Evangelio)


La larga tradición de la figura del Rey-Mesías del Antiguo Testamento llega también al Nuevo. Y Jesús, sin reducirlo al plano místico y visto como rey-mesías, al pie de la letra, no queda muy coherente con lo que Él  lógicamente pretendía. En el único momento en que Jesús afirma ser rey, está en las antípodas de esa definición. Ante Pilatos, semidesnudo y torturado, pisoteado como un gusano.
Creada la fiesta  en la época en que el Papa ya no era rey de los estados Pontificios, pero seguía reclamándolos (cuatro años después (1929), el fascista Mussolini, le daría la jefatura del estado del Vaticano -¡Así estamos todavía!-).
Siempre me ha parecido que la fiesta de Cristo Rey tiene un poco (o mucho) de despropósito. En realidad, no me va mucho. ¡Es un título cristológico que se ha presentado con tantos equívocos! Muchos que dieron su vida por no renunciar a su fe (nuestros mártires en la guerra civil) querían expresar algo que de ninguna manera podían entender  sus verdugos. ¡Viva Cristo rey! Era una expresión retadora, que parecía replantear y reivindicar un poder político religioso, o del tiempo del teocentrismo.
Quizá por eso la dificultad que tiene hoy la explicación del título de rey atribuido a Jesús. En la única ocasión que Jesús afirma que él es rey, no puede estar más lejos de todo tipo de reinado. Magullado por los maltratos, maniatado, cansado, afirma a Pilatos que es rey e inmediatamente tiene que corregir la común acepción de ese título.
Por ello muy acertado el modo cómo las lecturas de este domingo Fiesta de Cristo Rey, se acercan a la figura de Jesús Rey. ¡Es un Rey Pastor! Es un pastor que da la vida por sus ovejas, que no está para ser servido de ellas, sino para ser servidas.


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