domingo, 28 de junio de 2015

Superar la muerte (a propósito del Evangelio del Domingo)



¿Quién no quiere superar la muerte,  quién no quiere vencer al sufrimiento? Cuando alguien lo atribuye a Dios, (“Dios lo ha querido”..,, “Que se haga su voluntad”…) me suena a blasfemia. Dios nos ha hecho a la muerte ni nos ha mandado el dolor. Su “poder” sólo puede hacer el bien. ¡Nos hizo para vivir, para gozar,  para ser felices!

La muerte y el dolor entraron de rondón en el mundo, alterando el proyecto de Dios. Entonces, ¿qué hacer?  Pues, acercarse a Jesús. Como aquel angustiado Jairo que se llega hasta él para pedirle la vida de su hija de doce años, que estaba acabándose. Como aquella anónima mujer que se aprovecha del tumulto para tocar el manto de Jesús y curarse de las hemorragias internas que padecía. Ambos en contacto con Jesús encuentran la vida de su hija y la salud física. Pero también algo aún más importante. A través de la fe en él, Jesús les abre el mañana, el camino de la vida que les queda por andar, pese a la inevitable muerte pese al angustioso sufrimiento.

Jesús, que fue como nosotros, pasó por los mismos trances, bebió los mismos tragos que la vida a todos nos trae. Saber que está a nuestro lado, como lo estuvo con la mujer enferma y el apenado Jairo nos refuerza para también enfrentarnos con la misma actitud que él tuvo: frente a la muerte aportar a los demás la alegría de la vida, frente al sufrimiento llenar nuestro corazón de solidaridad. Ni más ni menos como lo hizo Jesús de Nazaret. Ese Jesús tan entrañable cercano que aún les dice a la familia de la niña, recuperada de la  muerte: “-¡Dadle algo de comer”!

No hay comentarios:

Publicar un comentario