lunes, 16 de noviembre de 2015

Sobre los terribles sucesos de París.


"Los emigrantes no vienen a quitarnos lo nuestro sino a recuperar lo que es suyo"
José I. Glez. Faus: "Esos monstruos del 13N ¿no habrán sido producidos por el sueño de nuestra razón económica?"
"Habrá que hacer justicia, por supuesto. Pero sin que llamemos justicia al placer de hacer
daño"
Escribo estas reflexiones sobre todo para mí mismo: por necesidad de serenarme ante la barbarie del
atentado del viernes en París. Temo que muchos no las acepten. Pediría que intenten reflexionarlas antes
de condenarlas.
1.- Hay al menos una cosa en la que todos estaremos de acuerdo: los autores de semejante salvajada
son unos verdaderos monstruos. Agrava esta constatación el que no se trata de seis o siete monstruos
excepcionales sino de decenas o centenas de miles; y sin duda más monstruosos los organizadores que los
pobres ejecutores.
2.- Pero no es eso todo lo que cabe decir: porque todos los seres humanos somos capaces de lo peor
y de lo mejor: podemos llegar a ser santos pero también podemos llegar a ser monstruos. Y entonces, queda
la pregunta: ¿cómo estos muchachos han podido llegar a semejantes niveles de inhumanidad? Al
intentar comprenderlo me encuentro con los siguientes datos:
3.- El profeta Isaías dejó escrito que "la paz es fruto de la justicia". Parece lógico entonces que el fruto
de un mundo tan injusto como el nuestro y donde las diferencias entre los seres humanos son escalofriantes,
haya de ser, necesariamente, la guerra y la violencia.
4.- Todo ser humano muerto antes de tiempo violentamente, es una tragedia que debe ser llorada.
Y no cabe establecer aquí unos muertos de primera clase (que son los nuestros), y otros muertos sin importanciaque no merecen ni un día de luto.
5.- Hablando de monstruos, recuerdo un célebre cuadro de Goya: "el sueño de la razón produce monstruos".
Esos monstruos del 13N ¿no habrán sido producidos, en parte al menos, por el sueño de
nuestra razón económica? ¿Por esa razón del máximo beneficio, del mínimo salario, de nuestra monstruosa
"reforma" laboral, de las jubilaciones de 3 millones para los banqueros, del saqueo del tercer mundo,
del lujo, el despilfarro y la ostentación como motores de la economía, del acaparamiento del petróleo y del
armamento cada vez mayor, para defensa de ese todo desorden?... ¿Son esos en realidad nuestros verdaderos
valores, o los otros a los que apelamos para justificarnos? No cabe olvidar que, en la historia, cuando
las cosas se han torcido y no se enderezan a tiempo, acaban llevando a situaciones insolubles, o cuya
solución sólo puede venir de un cambio radical de rumbo que sólo puede hacerse poco a poco y a largo
plazo.
6.- Según la moral cristiana, todo lo que una persona tiene de más, una vez ha cubierto suficiente y
dignamente sus necesidades, deja de pertenecerle y pasa a ser de quienes lo necesitan. La propiedad privada
no es un derecho absoluto sino un derecho secundario que sólo vale en la medida en que sirva para
realizar "el destino común de los bienes de la tierra" que es el verdadero derecho primario (ver p. e. Populorum
progressio n. 22). De acuerdo con esto, muchos emigrantes a quienes rechazamos de mil maneras,
no vienen a quitarnos lo nuestro sino a recuperar lo que es suyo. ¿No sería entonces más seguro,
en vez de cerrar nuestras fronteras, poner fronteras a nuestra avaricia?
7.- Ignacio Ellacuría hablaba con insistencia de "una civilización de la sobriedad compartida"
como única salida para nuestro mundo (él lo formulaba aún más duramente: una civilización "de la pobreza").
El ensueño de un crecimiento constante de la riqueza está destrozando el planeta: en estos momentos
destruimos anualmente casi un 50% más de lo que la tierra puede reponer. Por eso, además de las
medidas urgentes que haya que tomar ahora (de investigación y protección) ¿no parece imprescindible encaminarnos
a largo plazo hacia esa nueva civilización? No creo que ningún cristiano que se oponga a ese
proyecto de Ellacuría pueda merecer con verdad el nombre de cristiano.
8.- Ese "desorden establecido" (E. Mounier) o ese "pecado estructural" de nuestro mundo desarrollado,
del que nosotros disfrutamos y que otros padecen ¿no será uno de los progenitores de ésos y otros monstruos?
Porque cuando el odio se junta con la religión, ésta se corrompe, el odio se potencia y se acaba
cumpliendo el sabio refrán latino: "la corrupción de lo óptimo es lo pésimo". Por eso, dado lo infinitamente
manipulable que es el nombre de Dios, es necesario recuperar lo que escribió antaño José A. Marina: la
ética nace de las religiones, pero luego ésta debe criticar a la madre: para evitar que algo tan valioso como
la fidelidad se confunda con algo tan monstruoso como el fanatismo.
9.- Todo esto debería ayudarnos a no reaccionar con odio, para no entrar en aquella espiral de violencia
que tanto temía Helder Camara. Habrá que hacer justicia, por supuesto. Pero sin que llamemos justicia
al placer de hacer daño: porque entonces estaríamos poniéndonos al mismo nivel humano que esos monstruos
10.- Afirman algunos sociólogos que hoy estamos ya, en "la tercera guerra mundial". Sólo que
hoy las guerras se hacen de otra manera, para evitarnos bajar a pelear al campo de batalla. Por eso puede
ser bueno concluir recordando que la humanidad ha salido de catástrofes y calamidades aún peores que la
que nos amenaza hoy. El pueblo judío, tras el desastre del exilio, donde se sintieron abandonados por Dios,
pudo regresar, reconstruir el Templo y preservar su monoteísmo. En el siglo pasado, tras la atrocidad del
holocausto y la segunda guerra mundial, la humanidad vivió, según muchos economistas, una pequeña edad
de oro. No siempre es posible hacerlo todo, pero siempre es posible hacer algo. Y ese algo, por poco que
sea, se convierte hoy, para todos nosotros, en una obligación grave.
José Ignacio González Faus, 15 de noviembre de 2015
… Como parte esencial de su lucha contra todas las formas de terrorismo, la comunidad internacional
está llamada a emprender iniciativas políticas, diplomáticas y económicas nuevas y creativas encaminadas
a aliviar las escandalosas situaciones de gran injusticia, opresión y marginación que
siguen afligiendo a innumerables miembros de la familia humana. De hecho, la historia demuestra
que el reclutamiento de terroristas se realiza más fácilmente en áreas donde se pisotean los derechos humanos
y la injusticia forma parte de la vida diaria. Esto no significa que las desigualdades y los abusos que
existen en el mundo justifiquen los actos de terrorismo: por supuesto, nunca se pueden justificar la violencia
y el desprecio de la vida humana. Sin embargo, la comunidad internacional no puede seguir ignorando
las causas fundamentales que llevan especialmente a los jóvenes a perder la esperanza en la
humanidad, en la vida misma y en el futuro, y a caer en las tentaciones de la violencia, el odio
y el deseo de venganza a toda costa…
… Las imágenes que nos ofrece a diario la televisión son tan crueles, dolorosas y duras, que nadie se puede
quedar indiferente ante semejante drama. Según el informe de Amnistía Internacional de junio de 2015, unos
cuatro millones de mujeres, hombres y niños de Siria se había visto obligados a abandonar el país, ante una delas crisis más graves de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial.
      Esta inhumana situación no es exclusiva de Siria, pues son también casi 60 millones los que han tenido queabandonar también su patria, como en Afganistán, Pakistán, Sudán del Sur, Etiopía, Uganda, Somalia, República Democrática del Congo, y eso sin irnos a Colombia, Guatemala o países asiáticos. Es muy lamentable que en pleno siglo XXI estemos ante un mapa de conflictos tan extenso con muchos fuegos abiertos. Parece unfracaso de la humanidad como colectivo humano ante sí misma, y sobre todo los países occidentales, y eso sin adentrarnos ante los 800 millones de personas que viven a diario y mueren debido al hambre. Las causasdel hambre son también las causas de tanta emigración. ¿Quiénes son y somos los culpables?
Lo que agrava aún más la situación y como que nos vuelve a los seres humanos como salvajes unos para
otros, es la actitud que los países desarrollados llevamos ya años adoptando con ellos. Somos los países productoresde armas, España entre los primeros, con las que los países pobres, además de ser pobres, guerreanentre sí, se amenazan y fuerzan la huida. España lleva ya tiempo y tiempo intentando paralizarlos con vallas,concertinas, devoluciones en caliente, reclusión en los CIES, en condiciones humanas muy precarias y sin garantías
para ejercer sus derechos, y tan solo a la espera de su expulsión del país. Según noticia del 2 de agosto
fueron expulsados 831 inmigrantes tan solo de la Comunidad Valencia en 2014….
(De la Nota del Foro Gaspar García Laviana 16 noviembre de 2015)

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