EL DEMONIO DE LAS ARMAS

El tristísimo suceso ocurrido en el Instituto de Parkland en Florida, donde han sido asesinados catorce adolescentes, ha llenado al mundo entero de pavor y tristeza. Otra vez más en este país parece no tener solución este problema: la tenencia de armas que parece convertirse en un derecho irrenunciable. Como en tantos casos de parecida índole el problema no es sólo el de tener armas guardadas en casa por los niños y adolescentes sino también la educación en los profundos valores humanos, la cercanía y la solidaridad hacia los que a veces son despreciados, marginados o excluidos. 

También uno se queda entre si aturdido o lleno de pavor cuando te enteras de que el impresentable presidente de los EEUU, Trump, propone, para evitar más muertes en los colegios, que los profesores lleven armas. Es verdad que para apagar algunos incendios, los bomberos provocan más fuego para controlarlo, pero en este caso yo creo que es más bien echar más leña a ese fuego. Un profesor egresado y en tensión con los alumnos, no puede hacer lo mismo?

Las armas, ese invento humano que conduce ineludiblemente hacia la destrucción humana. Guerras, reyertas, venganzas. Al final, sangre y muerte. El cine desde hace mucho tiempo ha sabido describir esa dramática tragedia. En “2001, una Odisea del espacio” en su prólogo, aparece acertadamente la descripción de los primeros homínidos descubriendo la utilización de los huesos como armas. También, el italiano Ermanno Olmi, en su ”El oficio de las armas” describe la utilización por primera vez de la pólvora en las guerras de la época de los Médicis. En el cine del Oeste lógicamente no se queda atrás: las armas son un elemento esencial; véase por ejemplo la maravillosa película ”Winchester 73”. También el genero “negro” es un escaparate privilegiado para mostrar las armas y su “uso” y así,  quizás sea la película “El demonio de las armas” (EEUU, 1950) de Joseph H. Lewis, todo un clásico,  el filme que ha mostrado mejor esa obsesión por ese invento humano tan terrible.