miércoles, 30 de enero de 2019

YO SOY ANTIGUO ALUMNO SALESIANO




No sé si la memoria y el recuerdo son un obstáculo para el futuro, pero hoy y ahora, explican y reconfortan el presente.

Ayer fue la fiesta de San Juan Bosco, fundador de los salesianos. Era un sacerdote que en Turín, que allá por el siglo XIX, fundó esa institución educativo-religiosa.Yo tengo cierto aprecio hacia ese santo que me recuerda el breve tiempo que estuve estudiando en uno de sus colegios. Era un crío y allí estudié el curso de ingreso y el primero de bachillerato. De eso, hace más de medio siglo, nada menos. Don Bosco, María Auxiliadora, Santo Domingo Savio, la elitista Congregación de la Inmaculada con su obsesión por la pureza…

Recuerdo algo muy negativo e imborrable pero ausente de rencor: un cura, Don Lucio (¡su nombre, aun lo recuerdo!) un tirano y casi un monstruo sádico que nos castigaba a estar más de una hora de rodillas o nos cogía de los pelos de la nuca hacia arriba y nos hacia levantar y sostenernos por el dolor con los dedos de los pies. Motivo: salirse de la fila o hablar con el compañero de al lado. Se me hacen presentes, ahora, sin rabia, mis lagrimas derramadas. Hoy, por fortuna, eso no ocurriría.

Pero también recuerdos positivos y reconfortantes. El de un profesor, también salesiano, (¿se llamaba Hermano Luis?) muy amable, pulcro y sereno, que nos daba lengua (antes se llamaba gramática) y de quien recibí mi amor a ésta. Las faltas del dictado, o de la multiplicación las  marcaba con pluma de tinta roja en un cuaderno que debías tener muy bien presentado.


Los domigos por la tarde, ya en plan ocio, nos reuníamos todos los críos (¡niñas, no!) en el patio del colegio o en un porche y allí intercambiábamos entre los compañeros nuestros tebeos. Aquello era un verdadero mercadillo: las aventuras de Superman, Batman, Vidas Ejemplares que editaba Novaro -me llega el olor del papel y la tinta de la policromía- iban de unas manos a otras. Luego ( no sé si después de un ejercicio piadoso que hacíamos en la capilla), sesión de cine. ¿Mi afición a éste nacería allí?. Veíamos películas de episodios, entonces se llamaban jornadas, de Fumanchú, El Llanero Solitario, El Zorro y Las Aventuras del Capitan Maravillas, un tío que, en apuros, gritaba ¡Sazhám! Yyse convertía en un superhéroe forzudo y volador.

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