martes, 19 de octubre de 2010

Hablar de la Resurrección en la Escuela de Cofrades.

La Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalem
¡Qué difícil se me hizo ayer explicar a los asistentes de la clase el tema de la Resurrección de Cristo! Estaba torpe, no me acudían  las palabras, me sentía impotente para desarrollar un asunto de mi fe tan existencialmente importante. Por un lado, al querer exponer con cierto  rigor el problema de la historicidad de la “tumba vacía”, temía escandalizar a más de uno de los que me escuchaban. También, que les creara un embrollo en su modo sencillo de vivir la fe. Por otro lado, veía que el mensaje principal de la Pascua, que nuestra Semana Santa celebra en ese Domingo con un bonito desfile lleno de colorido y flores, quedaba un tanto oculto: que Jesús vive ahora mismo con nosotros y que Él es el Señor y de ahí la alegría de ese desfile.
Había preparado a conciencia la clase: buena parte de la mañana estuve recopilando material para esta actividad, leyendo, y estudiando. Pero ni la experiencia, ni la preparación me ayudaron. En el tintero se me quedaron cosas muy importantes como `por ejemplo explicar la liturgia de la Vigila Pascual y su relevancia a nivel de experiencia religioso-litúrgica en la vida cristiana. Las diez cofradías de la Semana Santa de la Parroquia no acuden a la celebración de la Vigilia Pascual porque tienen programada a esa hora una cena!
Esperaré en otra ocasión poder hacerlo mejor: dejar claro como lo está para mí que no debemos buscar entre los muertos al que vive y que Dios ha dicho “sí” a Jesús y “no” a los poderes que terminaron con él. No contaré sólo con mis fuerzas y méritos sino con la ayuda de Él.

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