sábado, 30 de octubre de 2010

Marcelino

En la muerte de Marcelino Camacho, yo quiero rendirle mi particular homenaje.
Siempre me pareció un hombre honrado. Con las sombras propias de  alguien que tiene que estar por fuerza cerca de los centros de poder, Camacho fue un hombre coherente en un tiempo en que la congruencia de ideas y vida parecía mucho más fácil en el mundo obrero y sindical.
No sé si tenía alguna fe religiosa ( “de internis, necque ecclesia”), pero muchísimo de lo que él decía estaba escrito en los evangelios. Los valores que él vivía eran valores evangélicos, aunque fuera comunista, anticlerical o ateo . Por eso lo admiro.
Por su capilla ardiente han pasado todo/as: artistas, políticos, y sobre todo, obreros y el pueblo llano. ¿Ha pasado algún obispo aunque fuera de semincógnito? Aunque estuviera muy lejos de nuestras creencias católicas oficiales, Camacho siempre se mereció un aplauso y ahora una lágrima y por qué no, rezar una oración por su alma!
Así  lo haré yo.

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