viernes, 1 de octubre de 2010

Sentir vergüenza ajena.

Se ve  que yo aquella tarde estaba aburrido, o también aturdido,  como me pasa a veces. Lo cierto es que en el estúpido entretenimiento que  veces realizo ante la televisión haciendo zapping, me paré en un canal donde había un programa en que se hablaba de una mujer -esperpento que se ve que está ahora de moda. No recuerdo bien el nombre, y eso me libera de identificarla.
Se ve que es muy famosa. En la cabeza y la cara llevaba una especie de micrófono que hacía mas estrambóticos su figura y su rostro. MAquilladísima y con uan nariz larga y rota de boxeador. No sé si éste es el canon estético de la mujer de ahora, pero a mí esa señora me parecía algo horrible. Parece ser que es muy, muy famosa en los medios. “Toda España” la conoce. He oído que, después de embarazada, la abandonó un torero muy famoso. (¿Diré que me da sofoco escribir sobre esto?). Algunos de mis lectores ya sabrán a quien me refiero.
Concretando. En el programa se hablaba de la inmensa popularidad que esta señora tiene, mientras se recogía unas  declaraciones suyas donde decía, chillando enloquecida que “el País Vascoooooooo y Cataluñaaaaaaa eran de Espaaañaaa!" Con una voz que parecía regada en whisky. El locutor decía que si se presentara a las elecciones se podría convertir en el segundo ó tercer partido del Estado Español. ¡Me dio a mí de pronto un apuro, sentí tanta vergüenza ajena! Por estar viendo esas imágenes, por los políticos españoles, porque la televisión ha provocado el embrutecimiento de este mi país, que es España y porque creo que no nos merecemos esto.

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