lunes, 22 de noviembre de 2010

Contra el fanatismo


"My father, my lord", una perla preciosa.
He aquí una pequeña joya cinematográfica que puede  pasar desapercibida pues no se exhibe en sala de circuito comercial y trata un tema de gran interés: la hostilidad entre vida y fe cuando ésta última se interpreta de un modo radical, fundamentalista, inhumana.

Su argumento es el siguiente: Abraham es un rabino dedicado íntegramente al estudio de la Torah y al cumplimiento de la ley judía. Pertenece, junto a su esposa y su hijo, a una comunidad ultraortodoxa de Jerusalén. Forman una familia muy unida. Junto al cariño que manifiesta el padre hacia ellos, surge la cruel intransigencia de su modo radical de interpretar la ley.  La esposa es mudo  testigo de esa dureza y el niño no está en edad de entenderla  ni tampoco de rebelarse. Pero un día ocurre una tremenda desgracia y el rabino tendrá que revisar en medio de una gran crisis de fe, sus postulados, creencias y posicionamientos fanáticos.

El tema no es nuevo y la historia es tan antigua como la que el Génesis nos narra con el patriarca Abraham y su hijo Isaac. El interés viene, además de la acertada realización, por estar narrada en la época de hoy y además por un cineasta judío. Éste es respetuoso con su propia religión, pero denuncia que el fanatismo, la radicalidad y la interpretación literal de los preceptos religiosos ahogan la libertad y siembran la infelicidad en el ser humano. La sombra de Abraham y su sacrificio sobrevuela entonces por la trama del filme y hacen previsible un final desdichado… que precisamente no acaba como la historia bíblica.

Sin manifestarlo explícitamente “My father, my lord” dirigida por David Volach, expresa que no se puede suplantar el respeto religioso al respeto del  las personas y que una fe carente del uso del criterio de la razón es imposible.

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