martes, 30 de noviembre de 2010

Errante soy y peregrino (6)



Anglicanos/as en Tierra Santa

  Penúltimas reflexiones
  Aunque ya hace más de un mes que regresé de mi viaje  a Tierra Santa quiero casi acabar mi serie de impresiones [Errante soy y peregrino] comentando lo que quizá a nivel religioso sea el núcleo de esa visita: son los lugares santos, los sitios donde muy especialmente se recuerdan los hechos principales de la vida de Jesús y enel fondo, la meta final de un peregrino a Tierra Santa.

Entrada al Santo Sepulcro


 La primera impresión es la de la desidia y la incuria de algunos de esos lugares, sobre visitados, pero rutinariamente custodiados. (Sólo se salvan los custodiados por los franciscanos y otros frailes católicos). Los peregrinos son tratados –seguramente por la aglomeración- como rebaños y se ven transformados en turistas. Los suvenires son de un aspecto kitsch que tumba de espaldas y el acceso universal a la fotografía, un tic que se superpone a cualquier reflexión y a cualquier emoción.


Recolectado aceitunas en el Huerto de los Olivos

Algunos lugares más que sublimes se convierten en algo banal: el lugar del nacimiento en Belén, el Santo Sepulcro parecen antros donde la aglomeración de lámparas, iconos, candelabros y cachivaches litúrgicos semejan una especie de bosque sagrado en que no llegas  a ver ni a los arboles, ni al mismo bosque. El Monte de los Olivos se salvaba de esta impresión por estar al aire libre, pero el gentío que lo visitaba era apabullante. No podías pararte un segundo por miedo a perder de vista a tu grupo.

En la Basílica del Santo Sepulcro había tanto bullicio como en Carrefour, un sábado a las siete de la tarde. Colas interminables para venerar (¿!) el lugar sagrado. Relampagueo continuo de los flashes. Rezar allí intensamente es bien difícil. Yo me encontraba allí verdaderamente incómodo y pensaba en los peregrinos de siglos atrás que arrostrando toda suerte de riesgos y peligros, llegarían con temor y temblor a este lugar y cómo sentirían lo indecible en sus corazones.

Tuvimos algo de suerte con el Vía Crucis por la Vía Dolorosa, porque lo hicimos en un momento que no había mucha gente, aun cuando nos tropezamos con una nube de chinitos que nos hizo mil fotografías.

¿Diré que de  todos estos lugares se disfruta más  y mejor recordándolos ahora y aquí, después de visitados?


En el Muro de las Lamentaciones
 

Lugar donde depositaron a Jesús descendido de la cruz
 

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