sábado, 6 de noviembre de 2010

Otoñales reunidos

Algunos asistentes a la reunión allá por los años sesenta y pocos.
Entre ellos, el autor de este blog. ¿Donde está?

Un día feliz. He asistido al encuentro  de condiscípulos de la promoción (1971) del seminario que no llegaron a ordenarse de curas. En aquel tiempo -hablo de los años sesenta- había muchas vocaciones y los cursos eran copiosos. Después, las circunstancias de la vida, otros horizontes y situaciones, la propia vocación que se revisaba hacia que muchos abandonaran el Seminario y emprendieran otra forma y otro modo de andar el camino de la vida. Había compañeros, mucho más piadosos que yo y con mejores  cualidades que lo dejaron. Otros, como yo, acabaron siendo sacerdotes. ¿Por qué yo y no otro? (¡Adivino la mano de Dios!) Como siempre, unos  y otros, los laicos y los clérigos, buscando el modo de ser felices.
Éramos esta mañana unos cuarenta,  sin contar las esposas de muchos de ellos. Hemos celebrado una misa y después de una comida de hermandad, hemos hecho una prolongada tertulia. Lo curioso y los más bonito de todo es que no nos extrañábamos y eso que algunos hacía años que no nos veíamos. La estrecha convivencia de algunos años de seminario, cuando éramos muy jóvenes provoca que al principio a algunos no los reconozcamos pero al cabo de un pequeño rato la  memoria se despierta y reconstruye su rostro amistoso.
Todos andamos ya en el otoño de nuestras vidas. Algunos ya están en la otra orilla (la de Dios). Pero seguimos con ganas de vivir, de seguir adelante, de llegar algún día a la Zona: aunque estemos en el umbral. Esta noche, rezaré por todo mis compañeros de curso, especialmente por los que no llegaron a ser curas, que, naturalmente, también y a  lo mejor tienenemayor mérito.

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