viernes, 3 de marzo de 2017

Cambios en la Misa: ¿Por todos o por muchos?


El domingo que viene, en todas las iglesias de España, nos van a cambiar la Misa. Los textos que el cura lee en el grueso libro del altar van a ser cambiados (algunos de ellos) en su traducción o en su formulación. El nuevo libro aún va a ser más grueso y pesado y seguramente la mayoría rutinaria no advertirá los cambios que en él se han introducido. De hecho, prácticamente son mínimos. Esta nueva edición, que es la tercera  del llamado Misal Romano, hacía cierta falta. Bienvenida sea.

En la Plegaria Eucarística Segunda, la leída con más frecuencia, al principio, el cura al invocar al Espíritu Santo sobre el pan y el vino lo hace  “para que  -decía antes-  “sean” –ahora dice-  “se conviertan” en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.  ¿Es lo mismo “ser” que “convertirse en”?

Pero la polémica de estas novedades  es el cambio que se ha introducido en la fórmula de la consagración del vino. Desde el Concilio Vaticano II  se había dicho “Esta es mi sangre… que será derramada por vosotros y por todos los hombres”. Ahora se dirá “por vosotros y por muchos”. Nos han explicado que esto se hace por fidelidad al texto original, pero lo que yo veo es que no está muy claro y eso que me he esforzado en informarme muy bien.

Sea como fuese, desde fuera de la Iglesia puede ser una  tonta batalla de palabras. Por fidelidad a la Iglesia, por unidad con ella, por obediencia a mi obispo yo diré la misa según las nuevas órdenes. Pero hay unas cosas que me preocupan y mucho. ¿Por qué cambiarlo si estaba bien? ¿Los sacerdotes mayores que decían las palabras de la consagración con total fidelidad y meticulosidad, (algunos escrupulosos, porque si no la consagración no valía, qué pensarán? ¿Va a hacer falta también una nueva catequesis para la gente para explicar el cambio de palabras? ¿Es una recomendación- “capricho” del  último del Papa anterior que fue tan revisionista litúrgicamente?

Pero hay otra cuestión general que me preocupa mucho más. Aunque miremos para otro lado el cambio de “todos por muchos” puede significar una exclusión más para aquellos que están lejos o fuera de la Iglesia. Otra vez, (como ocurrió cuando se habló de la guarda de los cenizas de los muertos) la Iglesia aparece como alguien que excluye. A mí me da la sensación -no quiero creerlo- que de esto el Papa Francisco casi no se ha enterado o no ha podido pararlo. ¡Las puertas de la Iglesia que deberían estar abiertas de par en par, lentamente se van entornando más!


¡Me duele la iglesia!

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