martes, 1 de septiembre de 2020

CONSTRUIR PUENTES, DERRIBAR MUROS


Leía el otro día en un diario una entrevista que se realizaba a Pablo D’Ors (sacerdote, escritor, creador de un movimiento cristiano de espiritualidad basado en el silencio, nieto de Eugenio D’Ors, y al que incluso algunos obispos lo han querido excomulgar).  En un momento se le preguntaba sobre la dificultad en la sociedad de hoy de ejercer el sacerdocio. Respondía que sí, que es bastante difícil, pero que todo se superaba por la maravilla de prestar un servicio a las personas realizando la misión de ser cura que es ser “pontifex” (“pontífice, el que hace puentes”). O sea, mediar, ser un puente entre Dios y el ser humano, para que éste se comunique con Aquel.

Pienso entonces en algunos últimos documentos de jerarcas de mi Iglesia que no andan en absoluto encaminados hacia el diálogo - principio de la construcción de un buen puente- para poder compatibilizar lo que dice la ciencia y lo que indica la fe.
(Pio XII ya en 1950 lo inició con su encíclica "Humani generis"; ¡como siempre y en la Iglesia, algo tarde!).

Después de lo que se ha padecido en generaciones anteriores de cristianos  por causa de la negación de la autonomía de la ciencia con respeto a la fe religiosa, de poder hacer compatible el BigBang con lo que dice el Génesis, de haber retirado excomuniones y sospechas por parte de la Iglesia hacia los científicos, con la excelente sensibilidad actual que hacia estos asuntos tiene hoy el papa Francisco, todavía hay pastores eclesiásticos que se empeñan en levantar muros, en vez de construir puentes, formulando disyuntivas que empozoñan e imposibilitan el diálogo. 

¿Quién exterminará el coronavirus: la medicina o la oración? Vaya una pregunta. ¡Me duele mi Iglesia!

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