lunes, 21 de septiembre de 2020

PATALEOS EN EL GALLINERO


Cuando era un crío ya tenía yo metido en las venas el veneno de mi afición al cine. Y con muchas insistencias conseguía que mi madre me diera unas monedas para ir al cine con los amigos los jueves que por la tarde no teníamos colegio..Naturalmente el presupuesto llegaba para comprar pipas y una entrada para sentarme en el gallinero. En la mayoría de cines la sala de exhibición se dividía en dos partes: la sala de butacas o platea y el «gallinero» cortésmente llamado «el paraíso».


Yo subía hasta el gallinero donde muchas veces los asientos eran bancos corridos y miraba con cierta envidia a los que podían pagarse una entrada en la parte de abajo. Pero también tenía sus ventajas: allí los críos además de estar entusiasmados por las películas que veíamos mostrábamos nuestros desagrados,-todos nos echábamos a hablar cuando había una escena de amor (los mayores pedían silencio:¡chiiiiist!, el acomodador iba de culo, señalándonos con la linterna), chillábamos cuando el chico besaba a la chica y pataleábamos  al unísono  cuando aparecía el Séptimo de Caballería a rescatar a la caravana de los blancos del cerco de los indios. Los del gallinero éramos más entusiastas de lo que se veía en la pantalla que los que se sentaban en la butacas que, por cierto, eran también de madera. Sin duda ya entonces había distinción de clases sociales pero no me daba mucha cuenta.



Ayer, en Madrid en el Teatro Real, ha ocurrido algo que me ha recordado pues aquellos tiempos de mi infancia. Espectadores que estaban sentados en el gallinero vieron que no se observaban por parte de la dirección del teatro las medidas de seguridad: estaban sentados a mogollón, mientras que abajo en la sala de butacas las distancias de seguridad eran guardadas disciplinadamente. Si hay algún espectáculo donde la distinción de clases sociales se ve como un espejo es en el de la ópera. Por lo que se representa en ella y también por los que acuden allí a verla. Lamento enormemente que todavía andemos así.


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