lunes, 6 de septiembre de 2010

Un beso para la Bella Durmiente

Estos días la Iglesia de Valencia está sufriendo una auténtica revolución. Nuestro obispo –Carlos Osoro- que hace año y medio llegó hasta nosotros como nuevo pastor, se ha aguantado hasta ahora y no ha hecho casi ningún cambio importante porque quería planificar toda una nueva organización y reestructuración. Decía (se lo hemos oído decir muchas veces) que quería sacudir y zarandear a la diócesis y a los curas y a todos los cristianos para despertarla, avivarla e ilusionarla con el anuncio del Evangelio.


Bien venidas estas reformas. Los últimos años, la Iglesia de Valencia adolecía de aburrimiento, de desidia y desilusión. Parecía como si el Encuentro Internacional de la Familia hubiera agotado y secado todos los manantiales de deseos de trabajar por el evangelio.

El Obispo ha nombrado más y nuevos Vicarios Episcopales, ha reducido el número de Arciprestes para que él pueda estar en mejor contacto con ellos. Ha cambiado límites y espacios de vicarías y arciprestazgos para aligerar la estructura organizativa y sobre todo ha preparado un Itinerario Pastoral que será presentado en breve. Entonces toda la Diócesis se pondrá a la labor.


La sensación, por lo que estamos viendo, es que parece todo muy bien planificado, contando con los expertos que le podían asesorar, acertando incluso en la manera de anunciarlo en público. Y los curas andamos a la expectativa y deseamos –todo hay que decirlo- que se consigan los objetivos de despertar a la Bella Durmiente que es la Iglesia de Valencia. A lo mejor hace falta algo más que un beso…

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