lunes, 28 de diciembre de 2015

Navidad: "Si non e vero e ben trovato"



Estos días hemos recibido por el teléfono móvil muchísimos mensajes deseándonos felicidad para estos días de Navidad. Mensajes que eran de todo color y pelaje. Algunos hacían referencia directa al sentido religioso de esta fiesta. Otras felicitaciones apelaban a la magia, la ilusión, la alegría de la Navidad, refiriéndose con frecuencia al consumo desaforado, o a las pantagruélicas comidas navideñas o a las chispeantes bebidas espirituosas que se compartían con un señor gordo vestido de rojo de sonrosadas mejillas y barbas blancas.

En verdad, hay Navidad para todos, creyentes, indiferentes, rutinarios, y por qué no, no creyentes. A nivel icónico, las fotos e imágenes evocadoras de la Navidad han sido también muy variopintas: desde lo más cursi o “kitsch” hasta lo más elegante o sofisticado.

Algunos amigos, que no son creyentes, no han caído en el anacronismo de desearme las felices fiestas del solsticio de invierno. Ese modo de felicitar, evocando un paganismo más que trasnochado, es tan cursi y tan rebuscado como el que para felicitar las Navidades, tiene que soltar un discurso piadoso o beato.

Al final uno descubre que la Navidad y su espíritu responde a ese deseo innato de felicidad que todos tenemos dentro de nosotros mismos y que como una pelota rebota convirtiéndola en deseo y cumplimiento en los demás. Y es que si no existiera la Navidad, habría que inventarla.

De un buen amigo que ya no es creyente he recibido el obsequio de su felicitación sin hacer referencia al misterio cristiano pero señalando la belleza que es fuente de felicidad: una de bellísima pintura de Giorgione: “Los tres filósofos”) que ha sido un buen anticipo del deseo de verme feliz en estos días navideños.


Gracias, buen amigo…

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