Ya tenemos albergados,
en muchos de los hogares de nuestra parroquia, a los jóvenes que han venido de
toda Europa a realizar la llamada "Peregrinación de Confianza" de los
jóvenes de Taizé. También en el resto de la ciudad y en su área metropolitana
se han alojado miles de jóvenes que sin duda han llenado de la ilusión juvenil
a muchos hogares. En la parroquia de San Antonio de Padua, la mayoría son franceses, ucranianos, polacos,
también los hay de México y Colombia y de Sevilla y también de Barcelona, como
es el caso de las tres chicas que se albergan en mi casa.
Sentirse
acompañados de gentes nuevas, realizar de un modo muy concreto ese deber de
solidaridad y acogida que todo corazón humano (y más cristiano) añora
construir, es una verdadera satisfacción para uno mismo.
Aunque algunas
cosas de tu rutina diaria se alteren (sobre todo para los que vivimos siempre y
habitualmente solos). Pero si todo ayuda a que nos sintamos un solo pueblo,
vivamos la unidad de los seres humanos, y construyamos el amor de Cristo de un
modo tan concreto, bien vale la pena.
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