"Salados" niños polacos con sus madres posan como recuerdo de la visita |
En Wieliczka hay una gigantesca
mina subterránea de sal, antes en explotación industrial y ahora en explotación
comercial dedicada a los turistas y a la producción de “souvenirs”. Es una de
los primeros lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y Polonia orgullosa,
lo muestra como una de sus joyas turísticas.
Es toda una montaña de cloruro sódico mezclado con otros minerales
que da a la sal cristalizada que se extrae, bonitos colores y que en su explotación,
después de siglos, se han abierto larguísimas galerías, anchas y cómodas, espacios
amplísimos, que son capillas, salas de estar y hasta salones palaciegos que convierten
esos laberínticos pasadizos en un paseo amable, pese a lo oscuro (se ha
solucionado con una buena iluminación) y claustrofóbico que naturalmente es.
Estatuas de sal (mineros extrayendo el otrora preciado
producto, viejos reyes polacos, héroes nacionales, gnomos trabajando en las
entrañas de la tierra, crucifijos, vírgenes y santos –no podía faltar la imagen
gigante de Juan Pablo II) se muestran en las distintas salas y capillas que a
lo largo de no sé cuantos kilómetros de pasillos, como un laberinto, recorren
la mina.
Turistas españoles descansan del paseo subterráneo |
Procuré no mirar hacia atrás no fuera que me ocurriera igual
que a la mujer de Lot.
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