domingo, 22 de abril de 2012

La resistencia a creer



No es fácil tener fe en la resurrección. Acostumbrados desde pequeños a hablar de ello, confundimos muchas veces una creencia vaga y sin forma, con la experiencia profunda de fe en el Resucitado.

Mil resistencias, a la hora  la verdad, nos impiden a veces despegar hacia el cielo de la confiada creencia. Vivimos, aun confesando la  fe, como si Dios no viviera, porque, a lo mejor, nos falta caer del caballo, como le pasó a Pablo para hacer de Jesús el testigo vivo de su vida.

Impedimentos: muchos y todos. En el evangelio del este domingo se dice que todo lo impedía para creérselo de verdad: el miedo y el susto,  la risa e incluso la alegría. No es un fantasma, no es una vana ilusión, no es una sublimación, no es una proyección de nuestros deseos frustrados.  “Soy yo mismo, el mismo que viste y calza, con mis llagas y mi sonrisa. Tocad, ved, dadme algo de comer.” ¡Aquí estoy, para siempre, siempre, siempre!.

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