Ayer, miércoles Santo, en la catedral de Valencia, por la mañana nos reunimos varias centenares se sacerdotes alrededor de nuestro obispo para celebra la Misa Crismal y renovar nuestros compromisos (o votos) sacerdotales. En esta empresa diaria que hay que hacer para ser un buen sacerdote, alienta esta solemne promesa y ver a nuestro obispo Carlos siempre tan cerca de nosotros. Aunque haya algunos sectores y acciones con las que a lo mejor uno no esté de acuerdo, esa función de padre y amigo de los curas, lo salva de cualquier crítica feroz. Este obispo es muy trabajador, piadoso y cercano. Deo gratias!.
Acudí pues esa Misa Crismal y me coloqué en el coro de los canónigos y además con la antigua Schola Cantorum del seminario para cantar la Misa “Cum jubilo”, una maravilla. Canté con ellos, aunque “molto piano”: ¡yo, que tanto me gusta la música pero que llegaba al aprobado raspado en clase de gregoriano!
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