El Jueves Santo pasado,
en la homilía de la Misa Crismal, Benedicto XVI se refirió a un grupo de
sacerdotes austriacos que, reclamando reformas en la Iglesia que no llegan,
amenazaban a optar por la desobediencia eclesial si no se emprendían enseguida dichas reformas.
Pensaba yo que eso
era propio de un sector muy concreto del presbiterio de Austria, pero no es así (si no, el Papa no hubiera hecho referencia).
El escrito elevado a Roma está firmado
por la mayoría de los curas austriacos y el movimiento se está extendiendo como
una mancha de aceite entre le clero de Alemania, Francia y otros países de Centroeuropa.
La mayoría son sacerdotes con bastantes años de ministerio; parece ser que entre
el clero joven esa movida no prospera. Se hace llamar “Initiative Pfarrer” (Iniacitva
de los Párrocos) y solicita que se hagan drásticas reformas sobre cuestiones
que el Vaticano II ya señaló y que según ellos su no aplicación es causa del abandono
de tantos sacerdotes y laicos de la Iglesia.
El Papa anterior,
con ser un santo, cerró en falso muchos de los boquetes que tenía el muro de la
Iglesia, incluso algunos hasta los ignoró, pero a este Papa, que es más un intelectual
que un hombre práctico de gobierno, le están saliendo los enanos por todos
lados, y no me refiero solo a los lefrevistas, que siguen erre que erre.
Desde luego yo
firmaría muchas de la reformas en la Iglesia que piden esos curas, pero de ahí a
la desobediencia… Pobre Ratzinger, con lo a gusto que él hubiera estado quemándose
las cejas ante un libro y descansando al piano tocando una sonata de Mozart!...
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