Una de las peculiaridades de Polonia es su
idioma o al menos eso es lo que yo aprecié. Es una lengua eslavo-occidental y
se escribe con muchos dígrafos (es decir letras que se juntan para indicar un sonido
distinto) y signos diacríticos extras. Uno no se hace cargo de los mil rótulos
que como en todas partes llenan las calles. Es uno de los cinco idiomas más
difíciles del mundo y la misma guía (que
se llamaba Hanna) no se preocupó de enseñarnos más que unas cuantas palabras.
Más: nos dijo que abandonásemos el empeño de aprenderlo; no nos iba a servir
para nada (sic).
Polonia tiene tres paisajes diferentes: el
del norte, que al ser bañado por el Báltico tiene el encanto de una costa
pintoresca y bastante domesticada y que yo no visité. El del centro que es
extensísimo con una llanura cruzada de sur a norte por el Vístula y con un paisaje
monótono, sin grandes contrastes, salpicado de pequeños pueblos sin características
de interés. El sur es por lo contario muy montañoso pues se hace fronterizo con
un muro de altas montañas que limitan con Eslovaquia. Zakopane es la ciudad que
visitamos. Ciudad de deporte de montaña, con grandes pistas para saltos de
esquí y para esquiar.
A mí me gustó mucho la arquitectura de madera
con que están realizadas muchas de sus casas y sus adornos exteriores. Una de
las cosas que más me sorprendió fue su cementerio: las tumbas tenía como
indicativos esculturas y cruces a veces muy naïf talladas en madera. Era
verdaderamente precioso y no tenía ese aspecto tan fúnebre de nuestros
camposantos.
La última peculiaridad –a mi parecer bien
triste- es el miedo al pasado con el que viven los polacos. No tienen miedo al
presente ni al futro, sino que parecen vivir cargados con un pasado ominoso. Los
alemanes y la barbarie nazi que sembraron muerte y destrucción, los rusos y
comunistas que remataron la faena y los sojuzgaron durante decenios y las
victimas, judíos y polacos y otro muchos más están omnipresentes en monumentos,
lapidas y recordatorio. Da entonces la sensación de vivir en un país lleno de
melancolía, incrementado a veces en este viaje por las nieblas, la lluvia y el
plomizo cielo que tuvimos algunos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario