Acaban de salir
los del Rocío, después de asistir en la parroquia de Los Ángeles a la llamada Misa
de Romeros que marca el inicio del Camino de Romería de Hermandad de Nuestra
Señora del Rocío de Valencia hasta el santuario de la Virgen. A las
6.30 hemos celebrado la Eucaristía y después han subido al autocar (otros, irán
en coche particular, o en avión) y llegarán hasta el pueblecito sevillano de Benacazón
donde el autocar se trocará en blancas carretas llenas de flores de papel para andar
los polvorientos caminos de las marismas.
Este año, por problemas
de agenda pastoral, no puedo ir, y he delegado mi capellanía en mi amigo sacerdote
Álvaro. Es el secretario de Don Carlos, nuestro arzobispo, que se sacrifica prescindiendo
de él durante una semana. Estoy seguro que lo va a hacer muy bien y va
acompañar espiritualmente a estos casi de más de cien romeros que van al Rocío,
sobre todo y pese a los que tienen tantos prejuicios, a rezar y encontrarse con
la Madre, la Blanca Paloma.
¡Que tengan un
feliz camino!
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