domingo, 27 de mayo de 2012

La nueva Inquisición: ¿Quién quema a quién?


El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla es compañero mío de curso. Estudiamos juntos y nos ordenamos en la misma promoción. En los años que estudiábamos filosofía en el seminario fuimos incluso muy amigos. Nos pasábamos los apuntes de clase e incluso estudiábamos juntos. (Aun recuerdo su caligrafía límpida y ordenada). Después de la ordenación, nos fuimos alejando el uno del otro, aunque seguimos siendo amigos. A mí me ascendieron a las tierras altas de la Serranía, como párroco de unos pueblecitos perdidos. Él comenzó a subir escalones hasta llegar a obispo. Obispo polémico, con declaraciones constantemente importunas y no del todo bien explicadas. Lo suyo parece una obsesión: es verdad que hay que predicar el Evangelio, pero todo íntegro; hay muchos más aspectos de la sociedad en la que vivimos que necesitan la luz (¡y el bálsamo!) de nuestros pastores. No se puede guiar a las ovejas (ni llamar a las descarriadas) amenazando siempre con un “¡que viene el lobo!”

Ahora que también los otros, en especial los representantes políticos de la cuna de Cervantes o sea, la noble y docta Alcalá de Henares, se han pasado varios pueblos. No se puede censurar a nadie porque sus declaraciones no sean ni cómodas ni políticamente correctas. Lo del obispo no es homofobia, son unas palabras sacadas de contexto que a lo más pueden ser discutibles (y dichas además inoportunamente en medio de un sermón de viernes santo).

Pese a que algún mitrado ha recordado que nadie puede hacer crítica de la doctrina de la Iglesia (¡uy, que dogmatismos!), creo que la Iglesia tiene derecho a proclamar su doctrina pero con muchísima más humildad que como a veces lo hace. Pero también, reaccionar tan virulentamente como lo han hecho los progres de Alcalá me parece un desvarío: la misma intolerancia que quiere denunciar el ayuntamiento complutense  la practica el mismo y el fuego de la hoguera de la vieja Inquisición se reaviva con la leña que los concejales ofendidos arriman. Seguramente es una regresión; la Inquisición retorna a donde nació: a los intereses políticos y los gobernantes laicos de los medievales.

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