
Ahora que también los otros, en especial
los representantes políticos de la cuna de Cervantes o sea, la noble y docta
Alcalá de Henares, se han pasado varios pueblos. No se puede censurar a nadie porque
sus declaraciones no sean ni cómodas ni políticamente correctas. Lo del obispo
no es homofobia, son unas palabras sacadas de contexto que a lo más pueden ser
discutibles (y dichas además inoportunamente en medio de un sermón de viernes
santo).
Pese a que algún mitrado ha recordado que
nadie puede hacer crítica de la doctrina de la Iglesia (¡uy, que dogmatismos!),
creo que la Iglesia tiene derecho a proclamar su doctrina pero con muchísima
más humildad que como a veces lo hace. Pero también, reaccionar tan
virulentamente como lo han hecho los progres de Alcalá me parece un desvarío:
la misma intolerancia que quiere denunciar el ayuntamiento complutense la practica el mismo y el fuego de la hoguera
de la vieja Inquisición se reaviva con la leña que los concejales ofendidos
arriman. Seguramente es una regresión; la Inquisición retorna a donde nació: a
los intereses políticos y los gobernantes laicos de los medievales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario