Entierro multitudinario el de Pascual Ribera ayer, en la mañana del domingo, en la iglesia de los Ángeles. El templo lleno y en la plaza, mucha gente.
Águeda y Andrea, esposa e hija,
enteras, con la emoción y las lágrimas asomadas a la ventana de los ojos.
Sincero texto de homenaje a sus padre ha leído Andrea, entre retumbos de su
corazón y llanto contenido.
Mucha gente con dolor y temblor ha
seguido la ceremonia del silencio de un hombre, al que todos queremos.
A su modo, Pascual dio mucho amor y
tiempo las cofradías: esta mañana se ha podido ver cómo muchos le han
correspondido.
Y ahí está la suya: La Real Cofradía
de Jesús atado a la Columna: tiene ahora por delante un programa que deberán
desarrollarle sin contar con Pascual. Él desde arriba les ayudará.
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