viernes, 30 de octubre de 2015

Joan Ribó no ataca a la Iglesia


Es lamentable la psicosis de persecución que se ha despertado entre muchos que se dicen católicos, debido al asunto de la decisión del Ayuntamiento de Valencia de retirar los imágenes y símbolos religiosos que hay en las espacios públicos del tanatorio municipal que serían las salas de ceremonias que hay en el tanatorio y en el crematorio.

Muchos han puesto el grito en el cielo, amplificado por algunos medios de comunicación de tinte conservador. El otro día escuchaba en una emisora "católica" la barbaridad de demonizar y acusar al alcalde de estar en contra de la fiesta de los Fieles Difuntos y favorecer el jolgorio importado de Halloween.

Creo que los cristianos no debemos de tener complejos ni obsesiones de persecución por parte de la sociedad civil. Esta debe organizarse como institución laica y aunque a los católicos nos incomode debemos aceptarlo y acostumbrarnos a ello. Es hora de que nuestro catolicismo abandone su omnipresencia de otros tiempos. Tal vez podamos presumir de ser perseguidos, cuando seamos hombres y mujeres que luchan por la verdad, la libertad, la solidaridad, la misericordia: Esos valores del Evangelio que a veces están ausentes en ciertos sectores de la iglesia.

No, Joan Ribó no ataca a la Iglesia Católica porque no se niega a sus miembros el derecho de tener delante su simbología a la hora de la despedida fúnebre. No hay que entrar en una guerra iconoclasta, una guerra de imágenes que fue desdicha de otros tiempos y  que no conduce a ningún sitio.


Pero aún diría más, invocando mi larga experiencia pasada de capellán al servicio de un tanatorio privado muy importante. Los entierros de los que se dicen cristiano, deberían realizarse en el templo de la parroquia a la que pertenecía el difunto, donde la comunidad se reúne para celebrar la muerte y resurrección de Jesucristo. Allí la celebración es cálida, familiar, humana. En los tanatorios, aunque nos sea muy cómodo (¡) la mayoría de veces es fría, convencional, casi anónima.

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