Ante la confusión
o la indignación que en estas horas está provocando una opinión sobre los
refugiados, yo me estoy planteándome cuál ha de ser mi actitud ante este tema. Acudiré como siempre, a mi condición
de discípulo de Jesucristo, a mi seguimiento de su evangelio y a mi propia
humanidad.
Simplemente, recuerdo esta noche para
aclararme, dos parábolas de Jesús: la de El Buen Samaritano, que no puso ninguna condición para ayudar al malherido de la cuneta, y la parábola del trigo y la cizaña,
que me pide generosidad sin límites ni cortapisas. Primero es abrir las puertas de par en par y luego Dios dirá.
El asunto tiene diversas vertientes. Cañizares no está en contra de que se ayude al prójimo, como nos enseña nuestra doctrina, ni de lejos. El ha sido valiente al abrir un punto de vista sobre el origen del problema. Hoy si no te incorporas a la corriente, corres el riesgo ,casi cierto, de ser denostado y de que sectores importantes se rasgen las vestiduras. Creo que el no pone ninguna condición a la ayuda a los refugiados, Alerta sobre posibles manipulaciones bien calculadas....
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