domingo, 25 de octubre de 2015

¿Un sínodo pasado por agua?


Aunque pueda pecar de exagerado otra vez el documento final del Sínodo sobre las Familias no cumple las espectativas que muchos habíamos albergado. Como siempre, los avances de la Iglesia no son grandes zancadas, sino timidísimos pequeños pasos que hacen que ésta  cada vez se quede más atrás con respecto a la marcha de la sociedad civil. Lo lamento, porque a esta Iglesia, pese a todo, la considero mía...

¿La cuestión de los divorciados que puedan acceder a la comunión? Pues prácticamente se ha quedado en lo mismo: al arbitrio y el criterio individual de cada situación pastoral. ¿Sobre los homosexuales? Pues más de lo mismo: mucha comprensión, evitar las justas discriminaciones y si es necesario acompañar a las familias con un miembro homosexual, como si éste fuera una carga o un enfermo.

No sin razón el discurso de clausura del Papa lleva algunas cargas de profundidad e insinúa severas quejas: "El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios". Francisco acusó también a los cardenales y obispos que han utilizado "métodos no del todo benévolos para imponer sus opiniones". También dijo: " Los.  Verdaderos defensores de la doctrina (yo hubiera dicho Evangelio) no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre".

Está claro, un sector de la jerarquía de la Iglesia no asume el papel renovador del Papa Francisco. ¿Hasta cuándo?¡Me sigue doliendo la Iglesia!

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