martes, 15 de marzo de 2011

Contra el mal de ojo


Esta tarde se ha acercado hasta a la sacristía  del templo parroquial un joven de mirada triste que me ha pedido que le bendijera un pequeño objeto que llevaba en un estuche en sus manos. Pensando que era una alianza, le he dicho inmediatamente que sí y me he dispuesto a hacer su bendición. Pero cuando me ha enseñado el pequeño objeto, ¡he visto que era una “manita de la suerte”!, una diminuta mano de piedra semipreciosa (parecía malaquita). Naturalmente le he dicho que yo no podía bendecir tal objeto, pues no tenía nada que ver con lo religioso. (No le he dicho que era más bien un amuleto, un talismán). Él me ha fiado y porfiado que era para evitar a su niñita el mal de ojo… Le he respondido que de eso no debería preocuparse porque su hija estaba bien segura en las manos de  Dios, sin necesidad de nada más. Se ha ido muy conforme. Lo mejor ha sido que a los diez minutos, ha vuelto esta vez,  acompañado de su compañera que debe ser la madre de la niña, trayendo un pequeño crucifijo dorado también para ser bendecido. De mil amores lo he hecho.

Da lástima la inmensa ignorancia  religiosa, mezcla fe y superstición, que mucha gente de buena voluntad tiene y a la que el Evangelio no puede llegar. Mañana esa pequeña familia estará presente en mi oración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario