viernes, 18 de marzo de 2011

¿Dónde está la casa de mi amigo? 5



Gema, Alejandro (y Martina)

Hoy  escribiré sobre dos personas que conozco desde hace mucho tiempo, cuando eran muy jovencitos, a los que quiero y tengo por grandes amigos. Se trata de Alejandro (llamado por nosotros “el divino”), Gema, su esposa, y, naturalmente, su hijita Martina.
 A Alejandro lo conocí a través de la panda de mi amigo Jesús, allá en Ribarroja del Turia. Colaboró conmigo mucho tiempo en un grupo de catequistas para preparar a los adolescentes de mi anterior parroquia para recibir el sacramento de la Confirmación. Allí venia, desde el pueblo, con los otros, a ayudar a construir la fe de los chavales, cumpliendo el compromiso de todo discípulo de Jesús de anunciar su Evangelio (¡qué estupendo!). Celebrábamos en grupo y apiñados la eucaristía y luego, nos íbamos a cenar al Bar Bilbao, donde el tío Paco nos embutía de bandejas a rebosar de calamares, tellinas, brochetas, sepia y regadas por jarras de cerveza. (Que conste, nadie se pasaba: siempre hemos sido gente de orden). Nos cobraba casi lo mismo y siempre muy poco; cuando le pedíamos una ración para seis, ¡nos sacaba una bandeja  con montaña de lo que fuese para quince!
               Alejandro es muy tranquilo y sosegado: aguanta lo que le echen y traspira calma y sosiego. Si discreción es tal que a veces parece el hombre invisble y eso que es grande como un dios. No es porque sea un pasota, sino un gran observador. Yo creo que sufre en silencio mucho más que nosotros cuando ante alguna emergencia o algún dislate gamberro de alguno, nosotros nos ponemos alarmados e histéricos. Debe ser a causa de la chispa de divinidad que posee. Es muy trabajador y se preocupa como nadie de su querida familia. Padece vértigo y no sube a los abismos que otros nos conducen en la montaña: yo me aprovecho de ello para liberarme con él.
               Gema, su esposa, es su complemente. De Gema me encanta su disponibilidad y rapidez para salir de los apuros y de las situaciones complicada. No es cavilosa como yo y enseguida se pone en acción. Aprecio mucho igualmente su sentido común y su sinceridad en cualquier circunstancia. Aunque tiene algún problemilla de salud (¿y quién no los tiene?) ella hace muchas veces de tripas corazón y va  la primera a todas partes. Cocina muy bien y los jueves ella siempre está al pie del cañón. Incansable: puede agarrar el volante del coche y de un tirón, prácticamente, plantarse de Ribarroja a Chamonix  sólo con las paradas necesarias.

Martina y Candela
Yo tuve el honor de unirlos en el Sacramento del Matrimonio. Desde hace bastantes años  llevan la emisora municipal de Radio Ribarroja. Desde sus inicios ellos la montaron y se inventaron un montón de programas, convirtiéndola en una emisora local de referencia. Yo colaboré con ellos durante algún tiempo en un programa de cine. Era al principio, verdaderamente vocacional y heroico.
               Tiene una hijita de cinco años, Martina, la niña sabia de ojos esmeralda. Con ella tienes que estar en guardia porque a esas chorradas que los adultos  a veces decimos a los niños, ella te puede replicar con una frase con la profundidad de Aristóteles, que te tumba. Y no es en absoluto una niña repipi. También sus papás me dieron la alegría de poder bautizarla.
¡Qué feliz soy  por tener a esta familia tan cerca de mi corazón!

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