sábado, 5 de marzo de 2011

Sir Roger Casement
Antes de anoche acabé de leer una novela que me regalaron por reyes y empecé a final de enero. Ya no leo muchas novelas y menos durante el curso, sobre todo si no tengo tiempo continuo para seguir un relato que necesita una cierta ilación narrativa. La  novela es "El sueño del Celta" que ya tenía escrita antes de que le dieran el Nobel, Mario Vargas Llosa. (Esto es importante porque se dice que los premiados con tan excelso galardón ya no vuelven  ser los mismos en su arte literario).

Es una gran novela, como casi todas las del escritor peruano-español. A  me gustaron mucho sus primeras obras, en aquella época mía en que era un lector empedernido y compulsivo: "La ciudad y los perros", "Conversación en la catedral", "La guerra del fin del mundo", "Pantaleón y las visitadoras". Ésta que he leído tambien.

Sabe colocar en el almacén de tus recuerdos un personaje olvidado de la historia por motivos injustos y privados, que mereció con creces ser mejor tratado: Roger Casement, un diplomático, que llegó a ser lord y que defendió la causa de los congoleños e indios del Amazonas de la codicia e inhumana crueldad de los europeos en las plantacioens de caucho del siglo pasado y que después fue acusado de alta traición y condenado a muerte por sumarse a la guerra de independencia de Irlanda.

De tendencias homosexuales, escribió en su diario sus encuentros homoeróticos donde él  los relataba mas bien con fantasía que con objetividad.  En sus diarios él proyectaba más bien su deseos y ensoñaciones  sexuales, que  en realidad no ocurrieron... eso le perdió en una época puritana e hipócrita de la moral británica.

Es la novela algo farragosa en algunos momentos por la acumulación de datos que Vargas Llosa aporta.  Pero Casement se erige en un nuevo Bartolomé de la Casas, como un indignado defensor de los aborígenes expoliados por la codicia y rapiña cristiano-occidental. Descubre esos aspectos de la historia de la (in)civilización de la humanidad que siempre han sido eludidos por la Historia oficial. Desde luego he disfrutado, pese a los atroces horrores que cuenta, de una novela de prosa elegante, fluida y torrencial. Os la recomiendo.

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