jueves, 26 de enero de 2012

Obispos y curas, bajo la campana


Bajo una campana de cristal.
Yo creo que hay algo en nuestros queridos obispos y en los curas que les aísla de la realidad, como si una campana de cristal les protegiera y defendiera de la intemperie.  Esta semana, dos obispos (el de Valladolid, el de Tarragona)  han hecho declaraciones sobre el matrimonio civil y los homosexuales, de las que después se han tenido que explicar o desdecir.

En ciertos casos, no quieren hacer funcionar de verdad lo que se llama religiosidad popular. Protestan y tuercen el gesto ante manifestaciones dudosas en procesiones y fiestas y luego ellos presiden y bendicen lo que por delante se les ponga. Como viven en sus palacios (todo debe decirse: muchos de ellos, desvencijados) o en sus curias, o en sus casa abadías o en sus sacristías, ni se tratan o  ni conocen de verdad a la gente corriente, que no se casa por la iglesia o que no va a misa, o que no bautiza a sus hijos. No viven en la calle, no hablan de tú a tú con la gente (cuando hablan con ella, ésta se viste de corbata).

No se preguntan por qué hay ya muchísimas más bodas civiles que religiosas, por qué la deserción de tanta gente buena de la Iglesia. ¿Será el clima de inmoralidad y decadencia que reina en occidente? Si hay que buscar causas (¡cuidado!, no culpables), ¿por qué  se buscan siempre fuera de la Iglesia?

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