martes, 17 de enero de 2012

Animales en el cine: también habrá que bendecirlos.

Ésta es la Mula Francis, una de mis heroínas de infancia
¿Sabíais que el cerdito que la imagen de San Antonio lleva a sus pies, primitivamente no significa lo que ahora parece, un animal benéfico y muy sabroso en el plato? Originariamente, era la imagen del demonio, que al pobre de San Antonio se le aparecía para entorpecer su disciplina, con apariencia de mujeres voluptuosas y toda suerte de tentaciones. Leed “La tentación de San Antonio” de Gustav Flaubert o “La Leyenda dorada”, y os enterareis de lo que es bueno.

Como estoy pues escribiendo de imágenes de animales, y hoy es el día de san Antonio, ahí tenéis un brevísimo relato de cómo éstos suelen aparecer en el cine.

El cine desde siempre ha echado mano de diversos animales para desarrollar el argumento de sus películas. Y también, ha reflejado en ellos, con frecuencia, la imagen que hubiera deseado tener del ser humano. Los valores de la fidelidad, candor, coraje, sagacidad, inteligencia, amor, valentía, amistad, astucia,  lealtad, etc. se muestran en la pantalla constantemente encarnados en distintos animales y, sobre todo, en los domésticos: perro caballos, gatos e incluso, cerditos.

Por el contrario, los vicios y los anti valores, los defectos y maldades humanos en el cine se representan en ciertos animales cuya leyenda “siniestra” les acompañan siempre: las serpientes, las pirañas, los tigres, los lobos, las ratas- los tiburones, las arañas, siempre han sido “los malos” de las películas. No menciono a esos  ”malajes” espantosos, que son los que nos vienen de otros mundos (Aliens y demás)

 ¡Menos mal que ahora con el “boom” de las cintas de animación y dibujos, nos muestran a estos animalitos que -sólo verlos nos ponen los pelos de punta-, como héroes auténticos llenos de los sentimientos más nobles y sagaz inteligencia. Un ejemplo de esto lo tenemos en la divertidísima “Bichos” donde toda suerte de repelentes insectos (pulgas, orugas, chinches, saltamontes,  cucarachas y hormigas) viven una aventura de solidaridad y arrojo.

En el cine clásico, los animales aparecen de un modo por así decirlo más sereno y muchas veces disparatadamente cómico. ¿Se acuerdan ustedes de la Mula Francis (¡sí, una mula que hablaba!)  y su exitosa saga, o de la perrita Lassie con la que Elizabeth Taylor, niña, se dio a conocer, o las aventura del sagaz perro Rin Tin Tin, al que se le concede la medalla de oro de la policía ¡y que protagonizaría veinte películas!, o el invisible conejo gigante Harvey que James Stewart creía ver?

Igualmente en el cine más cercano a nosotros algunos animales han sido tratados con gran cariño y algunos “humanizados” al extremo. Véase la película de gran éxito “Babe, el cerdito valiente”,  o “Siempre a tu lado, Hachiko” lacrimógena cinta sobre un fiel perrito tan blando como su protagonista Richard Gere. Igualmente, la ejemplificación de ciertos valores recomendados para la edad adolescente y juvenil ha dado lugar a filmes verdaderamente entrañables donde un animal sirve de soporte a los valores morales: por ejemplo, “Colmillo Blanco”, basado en un relato de Jack London o “El amanecer” sobre la amistad entre un cervatillo y un niño que se despide de la infancia. A mí me caía muy bien la simpática oca que perseguía, y picaba en el trasero, al hijo pequeño de Gary Cooper en “La gran prueba”. (Añádase a esta relación mil películas más).

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