Dios siempre a la espera
Vivimos como ángeles
que se estrellan contra el cielo.
Las alas se estremecen
con el ansia de llegar.
Si hacia abajo miramos
la espuma de nuestra saliva,
amarga se torna como el mar.
Las lágrimas son lluvia
que riega la raíz de nuestros pasos.
¡Solo un latido del corazón nuestro
arrasa lo que una tempestad que se desata.
Y Dios, siempre, siempre, a la espera.
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