martes, 24 de enero de 2012

Tartufo no es un bombón helado

Friedich W. Murnau dirigió un buen puñado de películas, casi todas grandes obras maestras. Ahora que parece que quieren reivindicar el esplendor del cine mudo con esa película recién estrenada “The artist”, he aprovechado la ocasión para ver de nuevo ”Tartufo o el hipócrita”, dirigida por el genial cineasta alemán en 1925.  Como la obra original en la que se inspira, cuyo autor literario fue  el frances Moliere, sufrió prohibiciones radicales, pues incomodaba a los eclesiásticos, a los políticos, a los poderosos de la sociedad de su tiempo.

Aunque no es con mucho una de las mejores, la película, de gran carga anticlerical, denuncia la hipocresía y el fariseísmo, que muchos adoptan aprovechándose de los sinceros sentimientos religiosos de los demás para sostenerse o acceder a los centros del poder y del favoritismo. (Jesús de Nazaret combatió con gran dureza a aquellos tartufos encarnados por los fariseos y escribas en su tiempo).

Hoy sigue habiendo  montón de hipócritas, y no lucen hábito, y ya no acuden a reglamentos religiosos. Yo también he advertido que el fariseísmo, la hipocresía, el tartufismo  y la falsedad de las personas siguen apareciendo como hongos.


Las verdades a medias son una mentira a veces más descaradas que los propios embustes. Y si algo tiene que ser inherente a un auténtico cristiano es su transparencia y su amor a la verdad. “Yo soy la verdad y la vida”, dijo Jesús. Una verdad que si brilla en mi vida me hará libre y feliz. “La verdad os hará libres”, San Pablo dixit.

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