¡Hay que luchar contra el mal! El mal que tiene nombre concreto y mayúsculo, que sale en los medios, y el mal más silencioso y anónimo, que se cobija en las entretelas de nuestro corazón. El mal que en realidad no tiene ningún misterio: cualquier tonto lo puede realizar. El bien es otra cosa: además de esfuerzo, precisa la inteligencia del alma para poder hacerlo.
Como andamos en cuaresma, intentando convertirnos al bien, hay que disparar contra el mal y practicar el bien que es el que construye nuestra biografía personal, el que marca nuestra identidad, el que nos torna en héroes y protagonistas de nuestra propia vida.
El que hace el mal, tiene el guión de su vida ya escrito, es torpe y aburrido y su papel en el teatro del mundo se le dará a un actor de reparto.
¡Ánimo, convertíos, que estamos en cuaresma! (En la foto ahí ando, abatiendo al mal)
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