martes, 30 de abril de 2019

GRACIAS A DIOS, LA PELÍCULA



Veo “Gracias a Dios“ película que está a punto ya de salir de las carteleras de estreno y que pese a su excelente calidad artística, no se le ha prestado demasiado atención; en Francia ha creado una gran polémica y la han visto casi un millón de espectadores. El tema es de rabiosa actualidad: las acusaciones a la iglesia católica por haber ocultado muchos casos de pederastia ocurridos en su seno. Habla concretamente de un cura de Lyon que abusó de más de sesenta niños, ante la inoperancia y «laissez faire» del cardenal de aquella ciudad, monseñor Babarin.

Dos momentos que para mí son memorables en una película que tiene muchos: el propio arranque del filme donde contemplamos desde el Santuario situado en lo alto de la ciudad de Lyon a un obispo vestido con todas sus oropandas, mitra incluida, que bendice con la custodia del Santísimo Sacramento a la ciudad. Parece una escena de ensoñación, casi onírica y el director del filme la ha puesto manifiestamente al principio de ella para indicar el poder omnímodo, la soberbia de una institución poderosa, la Iglesia, que se creído intocable, que parece tener a sus pies a todos los ciudadanos.Después, todo esto se va a desarrollar muy bien a lo largo de la debatida película de François Ozón, que sigue con detenimiento a tres de las víctimas del pederasta.

El otro momento, casi el epílogo de «Gracias a Dios», menos espectacular y sí muy significativo, es cuando el hijo mayor de una de las víctimas de los abusos le pregunta a su padre, muy creyente, si aún conserva la fe. El daño que todo esto ha hecho a la Iglesia por sus tardías y negativas reacciones es enorme. Y hay que recordar que estos actos criminales no son sólo un pecado, son un delito, hay que contemplar primero el daño y las víctimas, no hay excusas posible ni plausibles y sólo con la justicia se pueden resolver… ¡Me duele la Iglesia!

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