sábado, 3 de diciembre de 2011

Muros y tabiques



¿Y quiénes son las personas a las que nosotros, la Iglesia, expulsa­mos, o cuanto menos dejamos al margen, como ciudadanos de segunda clase? Los divorciados y que han optado por volverse a casar, las perso­nas que viven con sus parejas, los homosexuales. Tiene que haber un lugar para ellos en torno a nuestros altares, disfrutando de la hospitali­dad de Cristo junto con todos los demás. Con frecuencia, nuestras Igle­sias suelen mantener vivo un concepto veterotestamentario de la santi­dad, separando [tabicando] a nuestras comunidades respecto de aque­llas personas consideradas como descarriadas. Esto puede parecer que supone preservar los criterios morales debidos, rechazando el relativis­mo moral, pero en realidad no es más que una carencia en lo referente a ponerse al día respecto de la nueva santidad que revela Cristo.

(Esta mañana lo he leido en el libro de Timothy Radcliffe "¿Por que ira a la iglesia?" ed. Desclée de Brouwer Bilbao, 2009. pag.179.)

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