Aun cuando últimamente yo llego siempre tarde a todo (debe ser ya mi reloj biológico que atrasa), ayer fue Santa Lucía que es una santa que me cae muy bien (como las otras vírgenes y mártires, Águeda, Cecilia, Inés, Sofía… que murieron en la época de Diocleciano). Con retraso, pues, me invoco a ella. Por cierto, esta santas son el positivo (o el negativo, según se mire) de aquella mártir laica que hagiografió (perdón por el palabro) el que fue colegial de los escolapios y ahora director ateo –dixit- Amenábar en su película-panfleto anticristiano “Ágora”.
Bueno, pues a mí me encanta Santa Lucia y lo que significa el amor a la luz. Cuando andamos ya hartos de que la noche caiga tan pronto sobre el día pues nos acordamos de ella. ¿Quien da más?
(Mi madre, siempre en este día se juntaba con sus amigas, e iban desde Llíria en el “trenet” a rezar a la santa en su ermita en Guillem de Castro y después acababan la romería todas juntas yéndose a merendar a la cafetería del El Corte Inglés).
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