lunes, 26 de diciembre de 2011

Salomé, la ópera de Strauss


Hace unos días escribía de San Juan Bautista en el blog, aquel coloso que preparó la venida de Jesús. La otra noche pude ver (y oír) la opera de Richard Strauss (no confundir con el elegante y blando autor de los valses),  Salomé basado en una pieza teatral que  Oscar Wilde escribió sobre le episodio que cuenta el Evangelio. Ya de por sí este autor es bastante morboso, pero el libreto de esta ópera lo es aún más incrementado por una puesta en escena que refleja el ambiente decadente y vicioso la Viena de entreguerras, con figuración nazi y sensualidad enfermiza.

La partitura de Strauss es sublime, con sus melodías brotando y muriendo de un modo inasible, atisbando una luz que nunca llega se van desgranando en escalas atonales y politonales. Pero la puesta en escena de la ópera es a veces casi insoportable. Una Salomé histérica, en el  sentido exacto de la palabra, besando los labios de la cabeza decapitada de Juan el Bautista, y refregándose ésta por su cuerpo ensangrentado en una especie de danza repulsiva es algo bastante repugnante.  Esta ópera llego a prohibirse pòr su inmoralidad y escándalo que provocó; hoy, ya andamos curados de espanto, pero sigue en vigor el asco que puede  provocar. Es una muestra de la paradoja de la actualización de la puesta en escena de muchas operas, que ha pasado del puritanismo y la pazguatería, al sarcasmo, erotismo  y la explicitud más descarada.

A mí me gusta casi más esta Salomé solo oyendo su música y no viendo las pasionales imágenes de esta interpretación. http://www.youtube.com/watch?v=fNI9EbZu2gs&feature=player_detailpage 

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