Manipulando esta tarde mi teléfono móvil que parece guardar más secretos y misterios que un tratado sobre la Santísima Trinidad, me encuentro con esta foto entrañable: un montón de críos con uniforme de babero o guardapolvo, que fue mi promoción del Seminario de Moncada allá por 1958 ó 1959. El cura que nos “tutelaba” y que está a la derecha era un seminarista teólogo a punto de ser ordenado, se llamaba Francisco Piles. Creo que llegó a ser cura y después se salió.
En ese mogollón de críos, muchos se salieron a mitad de estudios, hoy son abuelos rodeados de nietos. Entre ellos hay, obispos, expoliticos, novelistas y otros oficiantes. Bastantes están, ay, criando malvas. Y otros como yo, llegamos a ser curas, ahora ya a punto de jubilación. También hubo quién después de ordenarse colgaron los hábitos. Es curioso a la inmensa mayoría yo los reconozca ¡y los puedo llamar por su nombre y dos apellidos! Esa intensa y extraordinaria memoria de la infancia…
A mi no me busquéis entre los fotografiados, pues yo me incorporé dos años después, en tercero de bachillerato ( o de latín como decíamos entonces).
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